Era ama de casa, aunque dejó de amar su hogar. Una mañana otoñal, de cielo encapotado, de rumor lejano, cerró sus ojos ante el portal, reprimió una lágrima y dio un paso hacia fuera. En sus manos, un trapo de cocina húmedo y raído. Se dispuso a caminar, ensimismada, absorta en el horizonte.
No demasiado lejos de allí dormía un
hombre de apenas cuarenta años, y con él, su angustia. El paro, el divorcio,
los hijos, la casa… y además, su salud flaqueaba, como si hubiera envejecido
desmesuradamente al compás de un reloj acelerado, desquiciado y abocado en una
cuenta atrás hacia la autodestrucción. Despertó sobresaltado como tantas veces,
y entre tosidos y penas se levantó, se vistió, abrió la ventana y huyó por
ella.
Por casualidad, un joven hacía ejercicio
a esa hora de la mañana; corría en chándal y camiseta ajustada, inspirando y
espirando de forma regular, con la verdad tatuada tras la frente, sudando hacia
fuera. Ambos se unieron en la carrera, y el joven, impetuoso y sonriente, abrió
un diálogo repleto de necedades, pero sumidas en un estado de simpatía
abrumadora. Aquel hombre no podría aguantar mucho el ritmo, y el joven
disminuyó la marcha. Quejándose por momentos de su rutina, explicó que, aunque
se sentía feliz con su pareja y con su trabajo, necesitaba una vía de escape,
algo distinto. Con esa simpleza se dirigió a su compañero ocasional, y éste,
aturdido y casi exhausto, le dijo que se sentía igual pero desde el lado
opuesto.
A esa misma hora, una muchacha bajaba de
un taxi, en un lugar puede que cercano. Andaba tambaleándose y encendía un
cigarrillo tras varios intentos con el mechero. Se detuvo, tragó humo, saliva;
se le hizo un nudo en la garganta al recordar la aventura de la noche anterior.
Había salido con unas amigas, quedó con un hombre especial, o eso al
menos creía ella, porque, resulta que el tipo estaba casado, que la había
engañado. Otra triste experiencia para aquella bella muchacha de corazón
ardiente, pero con la ilusión descocida y la mirada perdida. Al llegar a casa,
se quitó los zapatos de tacón, se despeinó, se desmaquilló, apagó el teléfono
móvil, se puso unos pantalones vaqueros y unas zapatillas y dejó el reloj de
pulsera encima de la mesa del salón. Gritó entonces, desgarrando al mismísimo
silencio, asustando al gato de cierta pintura gótica; sonrió en el acto y salió
a la calle, cerrando la puerta con llave.
A lo lejos pudo ver una silueta de mujer.
Era aquella ama de casa, cabizbaja y hundida en sus pensamientos. La mujer se acercó a la
muchacha y encontró en su faz, limpia y hermosa, una sonrisa pura, casi virginal. Se miraron un minuto, se abrazaron una eternidad y la
muchacha supo por las palabras de su nueva amiga que aquel hombre casado que
conoció, que la prometió amor, no era otro que el esposo de aquella ama de
casa.
...y en el cruce de caminos se encontraron
todos, se enamoraron todos, rieron, lloraron y lucharon.
Cansados de autopistas y peajes, de lineales recorridos somnolientos, eligieron una carretera secundaria, y aunque allí hay más riesgo de accidente, hay también más paisaje y vida, más curvas, más paradas y menos monotonía.
¿Qué sería de sus vidas si no fueran personajes irreales? ¿Cuáles serían sus destinos?
El semáforo está verde para unos, y rojo para otros.
Yo, saliendo de este enredo, confieso que siempre lo veo en ámbar… He de ir con precaución.
Cansados de autopistas y peajes, de lineales recorridos somnolientos, eligieron una carretera secundaria, y aunque allí hay más riesgo de accidente, hay también más paisaje y vida, más curvas, más paradas y menos monotonía.
¿Qué sería de sus vidas si no fueran personajes irreales? ¿Cuáles serían sus destinos?
El semáforo está verde para unos, y rojo para otros.
Yo, saliendo de este enredo, confieso que siempre lo veo en ámbar… He de ir con precaución.
(Letra e imagen de mi autoría)
El hombre se lió con el joven y la ama de casa con la muchacha?? eso es lo que imagino al leerte jejeje!!
ResponderEliminarDesde luego siempre estamos pendientes de esos semáforos o con el semáforo puesto, vaya. :-)
Por eso cuando soñamos somos más libres, porque se desconectan los semáforos, los stop... :-)
Aquí hay material para una película o una novela.
Me alegro mucho que abrieras el blog. Ya tienes una seguidora más.
Encantada de leerte.
Creo que le has dado el toque justo en el final..ese final ámbar,incierto,que indica precaución.
ResponderEliminarFruto de la imaginación? Fruto de una realidad que pesa a mucha gente? Un indicativo de la indiferencia con la que vivimos? Quién sabe, lo cierto es que por un momento,viví una especie de fantasía donde todo al final,casi...termina bien.
Gracias!!!!!!! Gracias, Mariose; gracias, Luna. Bueno... cada uno interpreta lo leído a su manera, a mí me gusta que sea así. :)
ResponderEliminarMe alegro muchísimo de que estéis entre mis amigos aquí en el blog. BESOS!
Qué gran sorpresa Huésped
ResponderEliminarme alegra verteb por la blogsfera.
Sobre el relato, como bien dices al final te lías
lo he notado algo descabellado, le falta quizá
más rotundidad en la estructura, al menos yo me pierdo
hay frases que sobran, una pequeña poda, pero bueno
ya sabes que soy muy exigente.
Pero me ha gustado, se puede visualizar
y eso es importante
un abrazo.
Buen estreno Luisillo!!! me quedo, me quedo, con esta reflexión y tomo la carretera secundaria...
ResponderEliminarAbrazos!!
Gracias por estar aquí, Cielo, tu lluvia es bien recibida y necesaria. Tomo nota y confieso que esta carretera no es del Estado, así que, todavía está en mal estado (no sé si aprenderé algún día). Es un placer, amigo.
ResponderEliminarGracias, Maite, si te quedas me das un alegrón. Cuidado con los baches, no vayamos a pinchar que la grúa no llega hasta aquí, jajaja. Abrazos a ti también. :)
Enhorabuena por tu blog,amigo...es como tú; acogedor.
ResponderEliminarLo has abierto con relato (reflexivo, no pdía ser de otra manera)
Bien escrito, como era de esperar, muy buena primera frase"...ama de casa aunque ya no ama a su casa"..o algo así.
te sigo, Luis.
Gracias, Castelo. No sólo me sigues, sino que me adelantas, vas en moto, amigo. Me siento honrado de recibirte. SALUDos!!!!!!
ResponderEliminarBueno, me uno al convoy de gente que empieza a subir esa cuesta que aparece en la foto.
ResponderEliminarEl texto me ha gustado, me ha recordado a esas historias encadenadas que tanto me ponen...jejeje. Bienvenido al mundo blogger, Luisillo.
Gracias, Ana... menuda cuesta, jajajajaaja. No vale salir rodando cuesta abajo, ajjajaaja. Un gustazo tenerte por aquí.
ResponderEliminarDeseo que este blog tenga mucha vidilla literaria
ResponderEliminarGracias, Bea, escribiré cuanto pueda.
ResponderEliminarBesos.