—Viento
a favor… Sentarse a escribir como sentarse al piano—pensó inmersa en su
particular fin del mundo—. Eso haré si nunca llego a tu hogar, querido… tras
deglutir un ácido pastel de guindas.
El cielo era rojo enteramente aunque manchado de anaranjadas estelas. Su
figura, lejana y atenuada, era el viejo
tronco de un árbol milenario, una flor marchita en el tiempo, un pasajero hacia
la muerte. El horizonte, unido al firmamento era infinito, y el camino
embarrado, charcos ocres y huellas quebradas.
—Oh, duda interminable, ¿cuándo serás reina de mis destellos?, antes que muera la vida, antes que la noche apague mis pensamientos quisiera.
El hombre, o mujer, aminoró su paso tras la reflexión, y, con los brazos cruzados a la espalda gritó fuerte hasta ronquear. No sin antes llorar; no sin calmar su sed con líquido insípido ni sin soñar mil veces que la senda era de rosas con pétalos suaves y llamativos. Y puso la luna en un pedestal, aclamó al viento su insistencia.
—¡En contra estás, amigo mío!, pero ya poco me queda que andar hasta llegar a tu casa y verte revertido. ¿Acaso debiera disfrutar de este momento triste? Aunque todo en esta vida es pasajero, yo no pasaré sin más, pasaré dos veces si es necesario.
…Y fue castigada por hablar demasiado, fue golpeado por una sensación seca de pequeñez. Sentía que su piel era de piedra y que lejos, muy lejos, estaban las estrellas. Su imagen, silueta ajada y desdibujada, el éter carmesí y turbio, sus huellas ya mencionadas y el terreno pardo. ¿Pero qué había realmente al otro lado? ¿Qué había allá desde donde pudiéramos verlo nosotros? Nada, absolutamente nada. ¿Y es allí donde va esta mujer? ¿Es allí donde va este hombre? Esperanzas no le faltan, sin duda no carece de ánimo y rigor. Es cualquiera, tú o yo, ella o él… remando contracorriente en dirección a algo similar al nacimiento, pero en el otro extremo y a la espera de tener el viento a favor.
—Oh, duda interminable, ¿cuándo serás reina de mis destellos?, antes que muera la vida, antes que la noche apague mis pensamientos quisiera.
El hombre, o mujer, aminoró su paso tras la reflexión, y, con los brazos cruzados a la espalda gritó fuerte hasta ronquear. No sin antes llorar; no sin calmar su sed con líquido insípido ni sin soñar mil veces que la senda era de rosas con pétalos suaves y llamativos. Y puso la luna en un pedestal, aclamó al viento su insistencia.
—¡En contra estás, amigo mío!, pero ya poco me queda que andar hasta llegar a tu casa y verte revertido. ¿Acaso debiera disfrutar de este momento triste? Aunque todo en esta vida es pasajero, yo no pasaré sin más, pasaré dos veces si es necesario.
…Y fue castigada por hablar demasiado, fue golpeado por una sensación seca de pequeñez. Sentía que su piel era de piedra y que lejos, muy lejos, estaban las estrellas. Su imagen, silueta ajada y desdibujada, el éter carmesí y turbio, sus huellas ya mencionadas y el terreno pardo. ¿Pero qué había realmente al otro lado? ¿Qué había allá desde donde pudiéramos verlo nosotros? Nada, absolutamente nada. ¿Y es allí donde va esta mujer? ¿Es allí donde va este hombre? Esperanzas no le faltan, sin duda no carece de ánimo y rigor. Es cualquiera, tú o yo, ella o él… remando contracorriente en dirección a algo similar al nacimiento, pero en el otro extremo y a la espera de tener el viento a favor.
—Si
te encuentro llamaré a tu puerta con el ímpetu de un adolescente enamorado—terminó diciendo—, sonreiré al verte y sentirte fluir en mi pecho, te besaré
en los labios y hasta en el último entresijo de tu cuerpo aéreo. Sí… Brindaremos
con champán en copas relucientes de risas y miradas penetrantes. Bailaremos
mecidos de tu voz, dormiremos extasiados entre esas cuatro paredes, las de tu
casa, cabaña acogedora donde no entra ni el gris tormentoso ni el miedo a la
parca... Viento a favor…
Un transito muy bien descrito. No importa conocer desde dónde, hacia dónde.
ResponderEliminarGracias, Juan, no debe importar, se es más feliz así.
EliminarUn abrazo
Hola Luis,
ResponderEliminarOjalá todos tuviesemos desvelos como el tuyo.
Respecto a la primera parte de "estar lejos estar cerca" fue publicada hace tiempo en mi otro blog:paradoxia, lo puedes leer en barra lateral "mis proyectos" en el apartado "POEMAS"
las dos últimas partes espero subirlas en el blog de el sol de los ciegos.
Feliz domingo.
Gracias, Beatriz. Pasaré dentro de un momento por tu blog, me quedó esa intriga, aunque busqué no lo encontré.
EliminarFeliz domingo a ti también, y feliz semana.
Veo mucha actividad nocturna y demasiado nítida como para estar medio dormido, Luisito. Lo cierto es que es cierto, mejor no saber a dónde vamos. Bendita ignorancia...
ResponderEliminarPues yo lo que veo es el regreso a la actividad de nuestra Analogías, sí, sí, que me alegro de volver a verte.
EliminarBueno... este finde he estado muy relajado, dormí una siesta de justicia, y tras dar una cabezá nocturna, me desvelé al cien por cien, y escuchando a Chopin, que recién había escuchado a la tarde, me puse a escribir contra el aburrimiento. También me fumé algún que otro cigarrito, me puse un documental, ordené algunos papeles... en fin, lo que se suele hacer a ciertas horas de la madrugá, jajajajaj
Mil besos, Analogy
Es... precioso...
ResponderEliminarEl final ha sido un broche de oro. Fantástico!!!
Y a ver si aprovechas más la madrugá... que hay algunas cosas muy muy interesantes jajajajajaja.
jajajajajaj, yo, teniendo a lo que más quiero al lao, no veo nada interesante en otro sitio, Maite. :)
EliminarMil besos
Es compatible... cuando la niña se duerma... jajajajajajajaja
EliminarSi es que me desvelé de improviso, jajajaja, así que no tuve elección, me vi en soledad y no hubo manera de aprovechar la madrugá de otra forma.
EliminarSalí a buscar el viento a favor. Llegué tarde, se quedó contigo y tu desvelo. Pero no desisto...
ResponderEliminarProfundo pensamiento, Luis.
Besos
Profundo también tu comentario, Aurora. Insiste, clama sin cesar hasta que el viento sea favorable.
EliminarGracias por estar por aquí. Un beso
Sería el desvelo o tal vez soñabas?
ResponderEliminarde todas maneras el relato es para
inspirarse... dejaré la puerta abierta
todas las madrugadas esperando llegue
ese viento a favor... o tú? jejeje
Un abrazo mi querido amigo de letras.
Otro abrazo, Solina, llegará seguro ese viento a favor, y con él, todo lo que tú quieras.
EliminarPor lo que veo han habido muchas noches de insomnio este verano, bienvenidas sea las horas de vigilia si hacen surgir tan buenos escritos como el tuyo.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Jose Manuel, tu regreso me alegra muchísimo. Bienvenidas sean, compañero.
EliminarOtro abrazo
Las musas son caprichosas y nos invaden cuando menos se espera. Dices: "Las letras las escribí anoche en un desvelo, desconociendo su origen"
ResponderEliminarEs cierto, ¿de dónde vienen pensamientos tan inspirados como este tuyo? A veces te esfuerzas en escribir algo, sin conseguirlo; otras te desvela la magia y escribes, casi automáticamente y sin esfuerzo textos tan profundos y bellos como este.
Te felicito.
Un abrazo.
Muchas gracias, Pedro. Las musas que conozco, suelen aparecer siempre tras el sueño, y en este caso las sorprendí recostadas a mi lado. Es un honor leer tu comentario. Un abrazo
EliminarLos desvelos son aliados del creador... no hay duda. Y las musas se convocan para danzar traviesas entre los dedos. ¡Bien por ti que supiste atraparlas,amigo mío! :)
ResponderEliminarMillón de besos y abrazos, Hulna. Millón de gracias también!
EliminarSí, va a ser cierto que los desvelos hacen escribir líneas y párrafos que nunca antes pudieron o supieron salir.
ResponderEliminarLuis, has dejado escrita toda una sonata de piano donde la música sobresale entre las palabras.
Bendito viento a favor.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Bendito sea el viento y la espera, y el encuentro. Un abrazo, viento en popa a toda vela, hasta tu orilla, Mos.
EliminarYo solo podría definir este texto como la duermevela en la que brota nuestro inconsciente,lo más puro o lo menos condicionado por nuestro ego.
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo!
Me quedo pensando con lo que dices sobre el ego... quizá sea así, todo coincide.
EliminarUn abrazo grande, como la Luna
¿Por qué a mí nunca me pasan esas cosas...?, será que no tengo suerte. Cada vez me sorprende más tu prosa poética, bien construida, coherente y rezumando aromas de antaño... exquisito, Luis.
EliminarMuchas gracias por pasar por aquí y detenerte en el camino, Ainhoa.
EliminarBesos